Ella era una mujer sencilla que llevaba una vida sencilla. Pero un día un ángel se le apareció – un ángel – en una era de oscuridad espiritual, una época en la que “cada uno hacía lo que le parecía mejor”, (Jue 17:6). La madre de Sansón había sido estéril. Ahora tendría un hijo, que según dijo el ángel sería “consagrado a Dios desde antes de nacer”, el cual comenzaría a “librar a Israel del poder de los filisteos”, (Jue 13:5). ¡Noticias maravillosas! Pero, ¿cómo se cría semejante hijo? Su esposo, Manoa, formuló esa pregunta, y el ángel respondió de prisa: “Tu esposa debe cumplir con todo lo que le he dicho. Ella no debe probar nada que proceda de la vid, ni beber ningún vino ni ninguna otra bebida fuerte; tampoco debe comer nada impuro. En definitiva, debe cumplir con todo lo que le he ordenado”, (Jue 13:12-14).
Queda claro que el primer paso era la obediencia, pero los padres de Sansón estaban caminando por territorio desconocido, sin contar con un modelo viviente. La responsabilidad de la crianza de Sansón recayó mayormente sobre su madre. Cuánto debe haber sufrido al descarrilarse la promesa temprana para la vida de Sansón, pues en su adolescencia se rebeló. A la larga, fornicación y lujuria lo llevaron a morir siendo joven. Durante su vida, con imprudencia quebrantó muchas de las leyes de Dios y les ocultó a sus padres sus transgresiones. Es evidente que Sansón estaba fuera de control. ¿Qué fue lo que sucedió?
El problema parece estar más relacionado con lo que no sucedió. La madre de Sansón había tenido éxito en inculcarle las apariencias externas de santidad – Sansón nunca bebía ni se cortaba el cabello – pero no rindió su voluntad al Señor. A Sansón le faltaba la relación con Dios que se merecía su llamamiento. La madre de Sansón vivió en una época de oscuridad espiritual y moral, un tiempo aún peor que el nuestro. Había escasez de mentores piadosos, y ella se esforzaba todo lo posible por agradar a Dios. Pero Sansón era responsable de sus decisiones personales, y su madre debió aceptar sus propias limitaciones.
Dios cumplió su voluntad a través de Sansón a pesar de sus debilidades obvias. Sansón gobernó sobre Israel como juez durante veinte años. Al final, se comunicó con Dios. Oró al Señor pidiendo fuerzas y “fueron muchos más (filisteos) los que Sansón mató al morir, que los que había matado mientras vivía”, Jue 16:30. Este único acto de fe fue el legado de Sansón. Dios fue fiel a la profecía acerca de Sansón dada antes de que naciera. Dios tiene un plan para cada hijo. Nosotros los padres no podemos conocer el final al principio. No obstante, a pesar de nuestros errores y las malas decisiones de nuestros hijos, Dios es fiel. Debemos estar en sociedad con él para criar a nuestros hijos con una fe genuina propia.
Madre de Sansón, Biblia de estudio mujeres de fe, pg. 552