Madre Gestiona Tus Emociones

Toda madre se encuentra lidiando con grandes retos y desafíos en un mundo donde la prisa y los cambios son la orden del día, donde se colapsan las verdades de los principios bíblicos y donde vemos señales de una sociedad en decadencia. Cuán importante es que la madre tenga la capacidad necesaria para poder enfrentar y saber manejar las situaciones que se le presenten. Es un hecho indiscutible la gran capacidad emocional con la que hemos sido creadas y dotadas y la forma tan impresionante de nuestro cerebro trabajar y procesar lo que pensamos y decimos. Contamos con una vasta información sobre las emociones que lamentablemente carecieron nuestras abuelas. El tema de la inteligencia emocional y como gestionar las emociones es cada vez más frecuente y necesario. Creo sin lugar a dudas que es de vital importancia que toda madre se adentre en esta materia ya que proporciona herramientas claves a la hora de relacionarnos con nuestros hijos cuando nuestras emociones están a punto de un colapso.

Que diríamos del torbellino de emociones de madres que enfrentan el embarazo de una adolescente, adicciones, rebelión, enfermedad, problemas de identidad de género, depresión, entre un sin número de otras tantas situaciones que hay en el diario vivir. Cuando el comportamiento de un hijo trae angustia y dolor la madre enfrenta varias emociones, hablemos de la culpa. Muchas madres sufren porque se sienten culpables y se condenan pensando si hubiesen hecho o dejado de hacer algo que creen es el resultado del comportamiento del hijo. Aquí es donde el enemigo asalta astutamente. Otras sufren con sentimientos de vergüenza por las acciones de sus hijos. Aquí entra el orgullo de madre y de pretender ocultar algún defecto o acción para evitar el rechazo. Otras utilizan el rechazo hacia sus hijos con palabras hirientes y crueles o tal vez con el silencio y el aislamiento. Pero aquí hay algo que hacer de vital importancia y es separar el pecado del pecador. Separa las acciones y el comportamiento de tus hijos del ser que son ellos en realidad, seres creados a la imagen de Dios. La emoción de la ira genera gritos, murmuraciones, quejas, y pérdida de control. Y así siguen emociones como el miedo, la apatía, la frustración, el rencor, la tristeza y la ansiedad entre otras.

Hoy en día la ciencia asegura que las emociones que no se canalizan de forma adecuada generan enfermedades. El negar o reprimir una emoción conduce al desequilibrio y malestar, impidiendo que podamos satisfacer adecuadamente lo que sentimos generando inquietud y pesadumbre. Por lo tanto, ya que forman parte integral de nuestra vida quiero compartir contigo lo que he aprendido. Primero las emociones son amorales no son ni buenas ni malas, todas son válidas y tienen una función, es lo que hacemos con ellas lo que es de vital importancia. No podemos evitarlas ni negarlas, trata de comprender por qué sientes lo que sientes. Se manifiestan a través de tres maneras diferentes: a nivel cognitivo lo que pensamos, a nivel fisiológico lo que sentimos, por ejemplo, si tenemos miedo se nos acelera el ritmo cardiaco, sudamos etc., y tercero a nivel motor como las expresamos con nuestro comportamiento y gestos. La inteligencia emocional te permitirá educar las emociones y te ayudará a crear estrategias que te permitan gestionarlas adecuadamente. Nunca es posible controlar las emociones y las circunstancias que las generan, pero si es posible tener una mejor relación con ellas. Para nosotras las madres nos ayudará a pensar más claramente y nos permitirá comunicarnos mejor con nuestros hijos. La inteligencia emocional nos provee el gestionar las emociones de manera adecuada ante cualquier situación que se nos presente ya que nos permite actuar de manera asertiva, aplicar la empatía y comunicarnos efectivamente. En otras palabras, nos dará la habilidad de pensar antes de hablar, de ponernos en los zapatos ajenos, nos dará la capacidad de ser flexibles y recibir nuevas ideas.

Y, por último, recuerda el consejo divino, cuida tu mente más que nada en el mundo porque ella es fuente de vida. En la palabra encontramos innumerables personajes que tuvieron que lidiar con nuestras mismas emociones. Jesús es nuestro modelo ideal, estudia la manera en la que reacciono e hizo frente a las circunstancias y las personas que encontró a lo largo de su vida y ministerio. Contamos con el Espíritu Santo, con hermosas y poderosas promesas para poder manejar nuestros sentimientos y emociones de tal manera que establezcan vínculos de amor y aceptación hacia nuestros hijos y demás familia.

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