Bueno, siempre oro por su comportamiento, su salud, su progreso en la escuela y sus amistades. También oro por su futuro y sus trabajos. Oro para que mis hijos se casen con “buenas chicas cristianas”. Pero, francamente, cuando oro por mis hijos, es más fácil pedir que sus vidas sean tranquilas y libres de estrés. Es fácil orar por su comodidad y tranquilidad, y para que sus vidas estén ausentes de dolor y sufrimiento
Cuando se pone incómodo
Sin embargo, cuando reflexiono sobre mi propia vida y miro hacia atrás y observo mi viaje de fe, veo todos los desafíos y las pruebas que he enfrentado en el camino, y lo que el buen Dios ha logrado a través de ello. Veo las angustias que he soportado y el sufrimiento que me puso de rodillas. También veo los pecados con los que he luchado y los ídolos que Dios quitó amablemente de mis manos. Veo cómo Dios utilizó todos esos valles y circunstancias dolorosas para que me acercase más a él, para moldearme y para enseñarme a confiar en él.
Estos han sido los eventos más importantes en mi vida, pero no es fácil pedir esta clase de cosas para mis hijos. Es difícil pedir que Dios les revele su pecado, que vean la necesidad de un Salvador, que sean quebrantados por su corrupción y que realmente aprendan a aferrarse al evangelio.
Esa clase de oración es incómoda.
El camino para obtener más de Él
Significa que tendrán que cavar a través del terreno rocoso de la misma manera que lo hice yo. Tendrán que recorrer su propia historia de pecado y arrepentimiento, y aprender lo que significa tener las manos vacías. Lo que me asusta como madre es darme cuenta de que sus vidas no serán tranquilas, cómodas o seguras, no si quieren aprender más profundamente lo que significa confiar en Dios. De hecho, mis hijos quizás tengan que soportar grandes pruebas, caminar a través de valles oscuros y experimentar una gran tristeza. Ese podría ser el camino que Dios tiene para darles más de sí mismo.
No quiero que mis hijos traten a Dios como una máquina expendedora o como una póliza de seguro contra incendios. Quiero que sientan un amor apasionado, vivo y extrovertido hacia él, inclinándose ante su supremacía y anclados con agrado a su evangelio. Quiero que amen la palabra de Dios y la tengan firmemente presente en tiempos de incertidumbre. Quiero que le muestren al mundo quién es Jesús. Esto es lo que quiero.
Nada más importante
Y todo esto significará que mis hijos deberán reconocer que han pecado contra un Dios santo y que solo a través de la gracia y el sacrificio de su Hijo podrán ser perdonados. Jesús dijo que los que han sido perdonados poco, amarán poco (Lucas 7:47). Mis hijos necesitan saber qué significa esto. Tienen que ver la inmensa profundidad de su naturaleza pecaminosa y saber que, sin Jesús, no tienen esperanza. Y tendrán que confiar en Jesús como su única fuente de esperanza y justicia. Solo al reconocer la necesidad de él y su perdón, podrán llegar a amar a Dios de la manera que más deseo para ellos.
El camino podría ser arduo, y orar por esto puede ser aterrador, pero realmente no hay nada más importante.
Padre, dales a mis hijos más de ti.
Cristina Fox, Crianza de los Hijos