La Madre Guerrera

Jamás deje de orar por los casos “sin esperanzas”. Porque no hay nadie que esté más allá de la capacidad del Señor para convertir y salvar. Piense en el ejemplo de E. Howard Cadle. Su madre era cristiana, pero su padre era alcohólico. Cadle comenzó a imitar a su padre, tomaba y se descontrolaba y pronto cayó en las garras del crimen.


Cada noche a las ocho, su madre se arrodillaba junto a su cama, para orar. Una noche Cadle tomó un arma y le disparó a un hombre, pero la bala jamás salió. Cadle observó que eran las ocho de la noche, y de algún modo notó que había sido salvado de cometer un asesinato. Continuó dedicándose al vicio, sin embargo su salud se deterioró hasta el punto de que el médico le dijo que le quedarían unos seis meses de vida. Arrastrándose hasta su casa, sin dinero, en total miseria, cayó en los brazos de su madre, dijo: “Madre, he roto tu corazón. Querría ser salvo, pero he pecado demasiado”.


La anciana tomó su Biblia y leyó Isaías 1:18: “¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! Esa mañana del 14 de marzo de 1914, Cadle comenzó una nueva vida. El cambio fue dramático y permanente. Con Cristo ahora en su corazón, cambió sus habilidades delictivas por emprendimientos honestos, y comenzó a hacer dinero: dio el setenta y cinco por ciento a la obra del Señor. Ayudó a financiar cruzadas en las que miles de personas se convirtieron y fue uno de los primeros y mas populares evangelistas de radio en los Estados Unidos.


Una vez dijo: “Hasta que El me llame, predicaré el mismo evangelio que hizo que mi madre orara por mí. Y cuando haya predicado mi último sermón , quiero sentarme a los pies de Jesús y decir: “Gracias, Jesús, por haberme salvado”.

Robert J. Morgan, Real Stories for the soul, pg. 141-143. Cómo orar por tus seres amados perdidos, Dutch Sheets pg. 68-69.

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