A Mi Madre

Frente a Manila en las Filipinas, la escuadra estaba apercibida para la batalla. Ya iba a romper el fuego, cuando a un marinero que estaba de servicio en el buque insignia se le cayó su chaqueta al mar. Pidió permiso para sacarla, pero se lo negaron. Entonces se arrojo al agua. Todos creyeron que era un cobarde desertor. Sin embargo, a los pocos minutos estaba de nuevo sobre la cubierta. Creyendo que había intentado huir, las autoridades del barco lo arrestaron. Posteriormente un tribunal militar lo juzgó y condenó a varios años de cárcel.

El general que actuó de juez, Dewey, pregunto después al marinero como pudo hacer tamaña locura por una chaqueta de tan poco valor. Entonces el marinero sacó una fotografía y dijo, “¡Mi Madre!” En la chaqueta que se le había caído al mar, estaba el retrato de su madre y quiso salvarlo a toda costa. Dewey, conmovido, abrazó al marinero y lo indultó (Compendio Católico, mayo 1946).

Decir MADRE es evocar los sentimientos mas tiernos y nobles que puede albergar el corazón humano. Así ocurrió con un jovencito de 15 años que al meditar en su querida madre la emoción le arrebato estos versos:

Madre del alma, madre querida,
Son tus natales, quiero cantar,
Porque mi alma, de amor henchida
Aunque muy joven nunca se olvida
De la vida que me hubo de dar.

Pasan los años vuelan las horas
Que yo a tu lado no siento ir,
por tus caricias arrobadoras
y las miradas tan seductoras
que hacen mi pecho fuerte latir.

A Dios yo pido constantemente
para mis padres vida inmortal
porque es muy grato, sobre la
frente sentir el roce de un
beso ardiente que de
otra boca nunca es igual.

El joven así inspirado fue nada menos que José Martí el gran poeta y libertador cubano. ¡Cuánto les debe el mundo a las madres! Sin buenas madres no hay grandes hombres. Fue Amado Nervo quien dijo, “Si el amor de Dios se parece a algo en este mundo, es sin duda semejante al amor de las madres”. La maternidad hace de la madre una socia con Dios.

“La madre no tiene, a semejanza del artista, alguna hermosa figura que pintar en un lienzo, ni como el escultor, que cincelarla en mármol. Tampoco tiene, como el escritor, algún pensamiento noble que expresar en poderosas palabras, ni que manifestar, como el músico algún hermoso sentimiento en melodías. Su tarea es desarrollar con la ayuda de Dios la imagen divina en un alma humana”. EGW

Tomado de Matutina Adventista

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