Transcurre un sábado más, el sol esta radiante, la suave brisa besa mi rostro, me deleito con el canto de las aves y me cautivan las hermosas flores que observo por doquier. Es todo muy característico de esta época tan bella de la primavera. Y siguiendo el mandato divino me dirijo a mi amada iglesia como es mi costumbre. Llego a la misma y veo con mucha alegría como van entrando hermanos queridos con sus hermosas familias. Luego observo a mi lado y veo con tristeza que hay a mi lado una banca vacía. Es la banca que le pertenece a mis queridos hijos. Aquellos que un día abrazaron y amaron la fe.
No soy la única madre que esta viviendo esta dolorosa experiencia. Tristemente hay cada día más familias que están atravesando esta realidad. Solo las madres de hijos inconversos entienden la angustia y el dolor que experimenta una madre al no tener a su lado a sus hijos adorando al Señor. He aprendido algo muy importante durante esta espera. Como madre debes hacer una consagración diaria, rindiendo todo tu ser a Dios de una manera absoluta. El sabe muy bien lo que es mejor para ti y mejor aun para tus hijos. Debes permitir que Dios te use en su maravilloso plan. Muchas veces, estamos tan desesperadas en que nuestros hijos regresen que entorpecemos los planes que Dios tiene para ellos. Cuantas veces he querido ayudar a Dios en vez de esperar a que El obre y evitar el haber cometido tristes errores. Déjate usar por Dios, pide su dirección antes de hablar y de actuar. Decídete depender a cada instante de la gracia de Cristo. No permitas que el adversario te perturbe con el pasado o por el futuro. Dios proveerá para cada situación.
Los años han pasado y los he sentido muy largos en mi corazón, pero digo con mucho agradecimiento que Dios ha sido muy amable conmigo. Me ha sostenido con sus hermosas promesas, me ha brindado paz en momentos difíciles de soportar y es su maravillosa presencia lo que me da fuerzas para continuar. Es mi deseo para ti querida madre que esperas con ansias el regreso de tus hijos que no desistas ni te desanimes. Agárrate a las benditas promesas del único Dios, el que no miente, el que no falla, el que cumple su palabra y es fiel. Recuerda que sus tiempos son muy diferentes a los nuestros, pero tiene el tiempo perfecto para el regreso de tus retoños. Determina andar por la fe y no por lo que sientes ni por las emociones. Se una guerrera de oración intercediendo a cada instante a favor de tus hijos. Descansa en una total y plena confianza en Dios, reconoce su absoluta soberanía, su maravilloso amor y su infinita misericordia. Y durante la espera, ahí están Dios y sus ángeles guardando la banca que solo les pertenece a mis hijos queridos.