Me estremecí al leer la devoción matutina escrita por Tamyra Horst. Nuestras vivencias son similares y el surgimiento de esta página viene de la misma promesa. Veamos lo que dice:
Mi parte es confiar,
“Reprime tu llanto, las lágrimas de tus ojos, pues tus obras tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo afirma el Señor. Se vislumbra esperanza en tu futuro: tus hijos volverán a su patria, afirma el Señor” (Jer 31:16, 17, NVI).
Confío en Dios. La mayor parte del tiempo. Confío en él “casi” todas las cosas de mi vida. Pero a veces me cuesta confiar en que cuida de mis hijos y hace lo que es mejor para llevarlos más cerca de él. Sus vidas no son como yo esperaba. Ellos creían en Dios, pero. . .
Una mañana, oré y lloré, pidiendo a Dios que se moviera en sus corazones y que se revelara a sí mismo en sus vidas de una manera real. Le dije todas las cosas que había hecho para enseñarles a confiar en Dios. Le conté cómo los habíamos llevado a la iglesia y a la Escuela Sabática; cómo nos habíamos sacrificado para que asistieran a escuelas cristianas. Oraba con ellos cada mañana de camino a la escuela, y cada noche antes de acostarse, día tras día . . . y mi lista continuaba. Ahora quería que Dios hiciera su parte, mostrándose y llamando su atención de una manera más profunda. A través de mis lágrimas, lo oí hablar suavemente a mi corazón:
-Con amor eterno te he amado, por eso te sigo con fidelidad.
-Yo sé que me amas- le respondí-Pero, por favor, ayuda a que mis hijos sepan que tú los amas- continué mi súplica y clamor.
Y Dios continuó susurrándome
-Con amor eterno te he amado, por eso te sigo con fidelidad.
Yo sabía que Dios estaba tratando de hablar conmigo. A regañadientes, me puse en pie y abrí mi Biblia en la cita que mi corazón estaba oyendo. A medida que leía el pasaje, acomodé las palabras de Jeremías 31 como una oración por mis hijos. Y cuando llegué a los versículos 16 y 17, me detuve instantáneamente.
“Reprime tu llanto, pues tus obras tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país del enemigo, afirma el Señor. Se vislumbra esperanza en tu futuro: tus hijos volverán a su patria, afirma el Señor”.
Dios tiene sentido del humor. Allí estaba yo, recordándole todo lo que había “hecho” en nombre de mis hijos con lágrimas y lamentos, y Dios tenía un versículo para eso. Y una promesa, que me recordó confiar en él. Incluso con el asunto de mis hijos. El está obrando. El no se rinde. El persiste en su propósito. Y los ama todo el tiempo, y los sigue con fidelidad para que vuelvan sus corazones a él. Mi parte es confiar. *
Devoción Matutina para damas, Vivir en su amor, Tamyra Horst, 13 de mayo del 2017